Cada año, ya no es una novedad, miles de apasionados por la comida abarrotan la feria más importante de los últimos años, como alguna vez lo fuera la Feria del Hogar en la Lima de los gloriosos años ochenta. Mistura se ha convertido en ese espacio de magia y divertimento que el público necesitaba, con el prurito de agendar dos semanas en el calendario para olvidarse de las dietas y dar paso a la degustación, la conversación y la obsesión por la comida peruana en todas sus formas y propuestas.
Mistura, gracias al esfuerzo de Apega y los organizadores, pero principalmente a la aceptación del público, se ha ido convirtiendo en ese espacio para que la gastronomía siga "engordando" y continúe su desarrollo y su creciente auge, lo cual es bueno. Lo es para nuestros productores, para nuestros cocineros, para el consumo variado y para que la competencia permita que la calidad y el servicio sean cada vez mejores.
Pero en toda esta historia qué hay de aquellas experiencias "infladas", sobre valoradas, en las que porque alguien opinó que tal o cual plato debía ser más caro en la carta del restaurante solo por el hecho de ser o existir, sin caer en la cuenta de que la calidad debe ser el criterio rector para indicar si, con la venia del público, debe subir de precio en una carta. Más de una vez nos hemos encontrado con este tipo de nefasta experiencia en la que lo más sorprendente del almuerzo o la cena fue la cuenta y no la explosión de sabores que uno espera encontrar en ese platillo tan esperado.
Así como no todo lo que se presenta en un plato es bueno y merece ser altamente pagado, la feria de la que todo el mundo habla sigue teniendo puntos para mejorar. Y quienes tienen a su cargo la organización de seguro vienen haciendo este análisis desde el inicio de la aventura y cada año, inmediatamente después de cerrar las puertas con miras a la edición del año siguiente. En base a las opiniones directas de asistentes, de todos los estratos y posiciones, más la propia, haremos una sana crítica constructiva para que la experiencia sea inolvidable para bien.
Todo tiene, como la vida misma, algo de bueno y algo por mejorar:
- La distribución por zonas estuvo acertada, a pesar de que como todo en la vida, segmentar o sesgar algunas propuestas complejas por definición, siempre es un ejercicio riesgoso. En todo caso, la nueva forma del espacio ferial, más bien alargada, tiene el inconveniente de que el asistente debe transitar de cabo a rabo todo el campo para ir por un trago o un antojo a media tarde. En ese caso, insistimos en que la distribución básica por zonas y/o tipos de comida es pertinente pero puede habilitarse pequeñas estaciones con todo en lugares claves del recinto, a modo de combo, que tenga las necesidades más acometidas por los comensales, anticuchos, postres, tragos; de este modo habrá menos cansancio y más consumo, pero sobre todo mejor servicio.
- El Acuario. Los que pudieron entrar y no morir de muchas formas en el intento, salieron contentos, claro que para un ojo mayoritariamente no vinculado con el tema, porque si se trata de los conocedores la impresión fue distinta, más bien de insatisfacción. En general, la idea de dar a cada edición una línea temática o argumental central es buena, la comparto, la aplaudo, la promuevo, pero debe darse más de una alternativa al usuario, es decir, no uno sino dos, tres, acuarios, museos, exposiciones, de manera que todos tengan un poco de satisfacción, de acuerdo con el nivel de la expectativa que genera. Lo importante de rescatar es la prioridad de eliminar las grades colas.
- El acceso. Si bien es cierto, la idea de brindar servicios adicionales y extraordinarios de movilidad es muy buena, como puede preverse, siempre es insuficiente. Pero las largas colas y molestias por la aparente falta de organización para el acceso en los puntos de inicio y fin no son en realidad atribuibles directamente a la organización, si es posible prever que cada año asistirá más gente, de hecho es la meta trazada. Otro aspecto que viene de la mano de la ubicación es el congestionamiento que se genera en la Costa Verde, escenario que albergará a la Feria por varios años, de manera que es necesario esbozar planes contigentes para paliar los problemas de tráfico, acceso y cuidado de los vehículos. Esto último merece señalar que no es necesario cargar con precios tan altos. Por lo demás, la crítica efectuada va la inexistencia de rutas de evacuación,
- Los tickets. Cada año se repite el comentario de los asistentes sobre la existencia de los tickets. Entendiendo que el control de las ventas es necesario para mantener el orden y seguramente está ligado al pago de los expositores, debe tener ya clara a esta altura del curso de la historia qué esquema de tickets se tendrá y si aquel que se asuma regirá para todos los puestos y productos. Comentarios de los comensales sobre la pertinenecia de la pre venta de tickets como en la edición 2012, o la puesta de muchos más puestos de venta que eliminen las largas colas, o que sean válidos para postres y mercado, son los que más son repetidos por el público.
- Las Brasas. Ya no es novedad que cada año los puestos mas concurridos sin los de venta de carnes a la parrilla, leña, palo, caja china, cilindro y todas sus vertientes. Por lo tanto, las colas son las más largas de la Feria y las que más molestan a los asistentes, por tener que hacerlas, por tener que cruzarlas, por tener que verlas. ¡No es recomendable considerar que existan más puestos de este tipo de comida que es la más atrayente, la más provocativa?
- El polvo. Sin duda una de las críticas más ácidas de la edición 2013 fue la tierra muerta de la Costa Verde que desde cualquier punto de vista debe ser erradicado como problema, para lo cual las alternativas sin muchas, desde cascajo, regado permanente, hasta gras o pisos artificiales. La idea es básica, la comida no va asociada a la tierra ni al polvo, tampoco la tranquilidad de los usuarios que se ven obligados a consumirlo junto con su arroz chaufa o su puca picante.
- Las mesas. Las instalaciones, mesas y espacios para comer no sería una observación válida si no fuera exitosa la feria. Y es que cada año se vuelca más gente a Mistura y los organizadores colocan más mesas y sillas para comer a gusto, pero nunca es suficiente. Creemos que con un espacio tan propio como la Costa Verde siempre hay lugar para más.
- La cantidad. Algo de lo que se dijo como introducción, la cantidad y la calidad, temas sumamente sensibles si de comida se trata, ya que la idea del comensal de que hay una relación de equilibrio entre el precio, la cantidad y la calidad es cada vez más clara en el público peruano, porque si de algo hablamos y sabemos es de comida.
Si queremos que Mistura siga siendo y más todavía una de las 3 mejores ferias del mundo sobre gastronomía, contribuyamos a que el objetivo se cumpla atendiendo a los que han hecho posible ese éxito, los consumidores, los comensales.
Este año, ya estamos preparándonos para Mistura, y queremos que sea cada vez mejor.
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