A propósito de una excelente nota aparecida en el Boletín N° 25 de Las Canastas, recordé que mi mamma Oli era muy devota de esta santa mujer de origen muy humilde pero de noble y gran corazón. Y resulta que siempre que puedo, suelo comentar con quien pregunte el milagro aquel que es tan sabido de la Beata de Humay, doña Luisa De la Torre, referido a que cuando cocinaba en sus ollas de barro para la ingente cantidad de enfermos que hacían largas colas para ser atendidos, la comida no solo era abundante y saciaba a todos los comensales sino que, divinamente, proveía sin terminarse a todos los que acudían, sin tener cuando agotarse el insumo.
Ahora bien, parece ser que no sólo eran la oración y la nobleza de espíritu las vocaciones predilectas de la pequeña Luisa, sino que poseía un gran conocimiento de hierbas medicinales e ingredientes de culinaria peruana regional, algo que le asegurara el renombre que se ganó en esa época e incluso hasta nuestros días.
De ahí que, en busca de una solidez en la gastronomía peruana, haya que pensar seriamente en la posibilidad de elegir una Patrona y quien mejor, en ese caso, que la siempre recordada Luisa De la Torre, la Beatita de Humay.
Los invito a leer esta estupenda nota de los amigos de Publicaciones de la cadena peruana Las Canastas.
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La Beatita de Humay… tantas veces mencionada en Combis y Custers (transportes públicos de Lima), tiene fama por su santidad y populares milagros, pero también es reconocida por su aporte a la Gastronomía.
De padres españoles, la Beatita de Humay nació en el pueblo de Humay, distrito de Pisco en Ica, el 21 de Junio de 1819, en plena efervescencia por la gesta Independizadora. Fue bautizada junto a su hermana gemela Carmen, con el nombre de Luisa de la Torre Rojas. Estas vivaces niñas tuvieron la desdicha de quedar huérfanas apenas a la edad de 2 años y pasaron al cuidado de sus Tías Juanita y Panchita.
Poco sabemos de nuestro esfuerzo Independentista, ya que no fue la Batalla de Ayacucho la que selló la Causa Libertadora, sino que durante unos 15 años después del 28 de Julio de 1821, el Perú siguió siendo campo de cruentas batallas entre patriotas y tropas españolas y de peruanos leales al Rey de España, que luchaban por reponer la Colonia. Las guerras se libraban en Lima, pero era Ica la ciudad de los heridos, ya que los sucesivos Gobiernos de facto, hacían huir tanto a patriotas como a españoles al Sur, cada vez que eran derrotados y se sucedían Gobiernos. Los heridos y enfermos se refugiaban en Ica… he ahí donde surge la figura de Luisa de la Torre como la niña enfermera católica.
La niña Luisa, como era llamada, era una experta cocinera y hasta daba clases de cocina y bordado a las mujeres de su Pueblo, era conocida por su inventiva y exquisita sazón criolla… y el dominio de las ollas de barro.
Pero el escenario aterrador de cientos de soldados que todo el tiempo llegaban heridos, hizo que Luisa cambiara los aderezos de sus ollas de barro, por mezclas de hierbas medicinales para curar a los heridos, tanto españoles como patriotas, cediendo las habitaciones de su casa como un Hospital de emergencias. Su receta para curar estaba basada en un profundo conocimiento y estudio de las plantas medicinales que cultivaba en la enorme huerta de su casa en Humay, sumado a las profundas oraciones en las que encomendaba sus manos al servicio del Señor, como fiel creyente que era.
Pronto su fama de manos milagrosas que salvaban cientos de vidas se extendió en todo Ica, inclusive en Lima, desde donde partían caravanas de personas con enfermedades que no eran posibles de ser curadas por los médicos, y otros solo por la curiosidad de conocer a la niña que Dios había tocado con su poder para curar enfermos. La Capilla de su casa donde veneraba al niño Jesús (a quien llamaba su Doctorcito) y a la Virgen de Guadalupe se convirtió así en Santuario de peregrinación de la época, y Luisa empezó a ser llamada la “Niña Milagrosa de Humay”. Sus curaciones no tenían número ni límite, todos los días llegaban enfermos y en casos graves la mandaban a llamar, extendiéndose su prestigio y fama por toda la nueva República.
Como experta cocinera, solía preparar en sus ollas de barro las mezclas de las plantas medicinales, usando siempre una en particular, que además de brindarle un perfume encantador y relajante, fungía como un gran desinflamante. Esta planta que crecía en cantidades en el huerto de su casa era la Lippia triphyllia, que después de su precoz muerte el 21 de Noviembre de 1869 empezó a ser llamada Hierba Luisa… les suena familiar?
Sus restos reposan en la Iglesia “San Pedro de Humay” de su natal Humay, Pueblo que en el último terremoto del 2007 quedo completamente en ruinas, pero a diferencia de los otros Pueblos de Ica, no se registro ni una sola víctima mortal… se dice que la Beatita de Humay protegió a su Pueblo.
Luisa de la Torre o la Beatita de Humay, fue nombrada Beata (que significa Feliz) por la Iglesia Católica poco tiempo después de su muerte. El título de Beata es posterior a “Venerable” y anterior a “Santa” según las normas de la Iglesia.
Cada vez que tomemos nuestro digestivo mate de Hierba Luisa, demos gracias a nuestra Beatita de Humay, que desde el cielo cuidará de nosotros...
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