domingo, 24 de septiembre de 2017

Rafael Piqueras o la sabiduría de la cocina provocadora


Las palabras finales del señor Walter, mozo encargado de la cuenta, fueron la culminación de una velada entrañable, aunque debo confesar que cuando se trata de la cocina de Rafael Piqueras nada está exento de ese sentido particular de lo acogedor. 

Desde los dìas de San Felice en Miraflores, Fusión en San Isidro, ahora en Maras del Westin Hotel, Piqueras sigue haciendo de su cocina un reto permenente por superarse a sí mismo, lejos de los lugares comunes y los refritos académicos, lo suyo es más bien el esfuerzo por lo atrevido, la suma de todas las guerras. Es en buena cuenta un luchador. 

Su lucha es con la corriente, con las adversidades, con lo cotidiano. Cuando algunos se deleitan con las hierbas atìpicas y los hongos de montaña, Piqueras Bertie ya las tenìa conquistadas, así como ya había logrado resumir en sus espumas de aji amarillo y helados de guacamole toda una letanía consonante de acompañamientos para sus platos. 

En la nueva carta de Maras se entrelezclan las kallampas, el loche y el maíz morado en una sinfonía de sabores provocadores pero siempre explisivos. Una experiencia sobrecogedora. Una vez más, Piqueras logra sorprender y atrapar. 

La Versión de Lúcuma y Chocolate es una verdadera confabulacion entre la suavidad aterciopelada de una lujuriosa lúcuma y un chocolate profundamente seductor y arrogante. Por su parte, el Cremoso de Loche es un acierto absoluto de Piqueras, logra una suavidad compleja en ese sabayón que sólo puede entenderse saboreándolo. ¡Genial!

"Rafael tiene buen oído, escucha lo que le dice la gente, por eso siempre está mejorando. No hay un plato especial que me guste, me gusta lo que él hace porque usa buena materia prima y sabe dar valor a cada producto, no los mezcla ni los esconde”. Toshiro Konishi.

Luego de esta experiencia, el rezago es claro, siempre volver a Maras por más. 








Y los postres: 






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